Maestro, se encrespan las aguas
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Maestro, se encrespan las aguas, y ruge la tempestad,
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los grandes abismos del cielo se llenan de obscuridad. ¿No ves que aquí perecemos? ¿puedes dormir así, cuando el mar agitado nos abre profundo sepulcro aquí?
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Los vientos, las ondas oirán tu voz, "¡sea la paz!:
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Calmas las iras del negro mar, las luchas del alma las haces cesar, y así la barquilla do va el Señor hundirse no puede en el mar traidor. Doquier se cumple su voluntad: "¡Sea la paz! ¡sea la paz!"
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tu voz resuena en la inmensidad: "¡Sea la paz!"
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2
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Maestro, mi ser angustiado
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te busca con ansiedad,
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de mi alma en los antros profundos se libra cruel tempestad;
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pasa el pecado a torrentes sobre mi frágil ser,
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y perezco, perezco, Maestro,
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j oh, quiéreme socorrer!
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Maestro, pasó la tormenta, los vientos no rugen ya,
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y sobre el cristal de las aguas el sol resplandecerá. Maestro, prolonga esta calma, no me abandones más: Crúzale los abismos contigo gozando bendita paz.